EL TORO, LA LEYENDA
al Ché
Entren en mí, Yo, el Toro,
la sangre hediendo en Vallegrande, los pasos penetrados por
la selva y la pobreza que exhala su balido de muerte.
Allá voy y voy,
Yo el Toro, toro y bandera,
es ronca la palabra que me sale del pecho raspándose en mis
dientes.
Voy a la muerte voy, bufa la sombra, un arma apunta a mi
cabeza, me suelta de la mano por el hueco del Yuro, su cauce de violetas y de
helechos que lloran
y el círculo que cierra el camino del río.
Desangelado voy, desangelado,
vuelvo a pasar de nuevo por la Higuera como si el sueño de
la tierra me arañara la espalda
¿Dónde rompe la brújula su norte? ¿Dónde está el hombre?
¿Dónde? ¿Dónde Tuma y el Pombo y Tania con sus ojos de brasa silenciosa?
Ya no respira el día, la humedad se va yendo por mis patas
quebradas y el ruido de los pasos que cargan mi destino. Voy al sol, al cadáver
de mis ojos vidriosos, a la mujer que hierve su volcán de futuro, a mis hijos,
al pájaro y sus alas, a los viejos amautas, al carbón, a las minas con sus
vetas de plata, al trueno y la tormenta de una lluvia lejana.
Yo, el Toro,
La Leyenda
© Hugo Francisco Rivella
Muy bueno! Abrazo! Inés Legarreta.
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