mi madre me enseñó a llorar
mordiendo la tela dura de una almohada de préstamo
era la noche de un verano póstumo / después del baile
era la noche de detrás de los vidrios
era la noche del principio de todo y de todos los finales
mi madre me enseñó a llorar mordiendo el llanto
silenciosa la niña buena / en la cama prestada
lejos de la casa de los juguetes / lejos así
dándole el puño en la cara pequeña de la infancia
-shhh papá está muerto shhh no hagas ruido-
mi madre puso en el centro de mi vida la inaugural ausencia
el mandato de sufrir a tientas
de no entender que la muerte es algo muerto / es algo que se toca si se quiere
algo que ocupa un lugar en el mundo
morder la tela de la almohada no decir
no tocar el cuerpo no saber no ver no tener al menos
un palpable sentido de la ausencia
algo que pueda calzarse sobre la piel / como un abrigo
decir acá llevo yo esta casa del dolor /éstas son sus
paredes
con los huesos de mi padre las construyo
acá también me habito
hoy el dolor es un hueso raído una presencia móvil
la multiplicación de la médula en el hueco / su inevitable
contextura
hoy el dolor es un arpón sin su manto blanco de delirio /
sin su épica
y sin embargo muerdo las almohadas
como si en el diente se jugara el corazón de la raza de los
hombres
entonces
en memoria de la memoria de mi madre
en memoria de la tela áspera de las almohadas del silencio
en memoria de todas las sábanas de todas las bocas de todos
los gritos
elevo mi pequeño altar al dolor y lo celebro y lo miro a los
ojos
como a esos enemigos a los que sólo devasta
la pupila
y su centella implacable
© Gabriela Yocco
Simplemente fantástico!!! Me recordó a la almohada de mí niñez. Congratulación infinita!
ResponderEliminarAPLAUSOS!!! De alguien que mordió la almohada durante mucho tiempo.
ResponderEliminarAbrazos
Elisabet
La dura tristeza de la vida en una sublime poesía! Felicitaciones!
ResponderEliminarTremendo poema. Me deja temblando.
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ResponderEliminarBellísimo y rotundo poema, Gabriela.
Un abrazo,
Alicia Márquez
Excelente!!!! La madre, la hija, el dolor y el silencio que estalla y se anula en el poema. Abrazo, Inés Legarreta.
ResponderEliminarGracias por tu poesía Gabriela! siempre me emociona y cala profundo
ResponderEliminarun abrazo grande
norma starke
Todo se resume en un verso "el dolor es un hueso raido", dolor que permanece, me gusto leerte
ResponderEliminarPatricia Corrales
Poner el límite a mandatos ancestrales. Es eso. Poder sacar afuera tanta cosa, sana.
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