17/4/18

Poema de Juan Carlos Rodríguez




Un soplo de amargura

La crecida nos interpela
nos pregunta qué hicimos, qué hicieron.
Todas las inundaciones son grises y marrones,
mientras somos parte de una cifra,
de una estadística miserable
haciendo agua por todos lados.
Las ilusiones y  los sueños se ahogan
mientras el agua sube por escalinatas,
calles y conciencias.
Desde el auto veo muñecas calvas flotando,
ojos abiertos, árboles pelados.
El lodazal oculta la esperanza
y hay familias sin consuelo.
Hasta mi memoria está anegada.
No admite que hay un dolor de siglos
en las aguas impuras
Y aquella mujer, que se quedó vacía
saca con sus manos la tristeza del agua
con la resignación del que pierde todo.
Hay olor a selva concentrada.
Un soplo de amargura. Un salmo en el viento.
Y el gemido de la impotencia que desarma.

© Juan Carlos Rodríguez

Etiquetas:

2 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Se necesita un poema así, grande, para relatar el gran dolor, a pesar de la triste realidad te felicito por la esencia de la palabra que llega.
Un abrazo
Betty Badaui

21 de abril de 2018, 20:54  
Anonymous Anónimo ha dicho...

que buena descripción si en efecto así el llanto también nos anega cuando viene la desolación.

22 de abril de 2018, 17:02  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio