Poema de Alicia Márquez
De rusas y medias naranjas
Dos extraños mensajes aparecieron en mi correo electrónico.
El primero me lo manda Olga,
a quien no conozco pero tiene nombre ruso.
Olga me dice que hay mujeres rusas exóticas,
o exóticas mujeres rusas que en montón me están esperando.
Y yo pensé, quizás, para bailar como los cosacos.
No. No era eso. Dice que están desesperadas por un novio.
¿Qué se yo? ¿Querrán a mis hijos solteros?
¿Ellos tendrán ganas de involucrarse con las exóticas
mujeres
rusas que al parecer están desesperadas?
¿Tocaremos la balalaika?
¿Tomaremos vodka?
¿Vendrá la mafia rusa?
¿Estacionará en mi puerta el acorazado Potemkin?
A mí, que me presenten a Michael Baryshnikov,
o al doctor Zhivago, con los ojos de Omar Sharif,
que era egipcio pero hacía de ruso, que a esta altura
no importa porque Omar Sharif está muerto.
Más abajo aparece la foto de una chica,
que supongo que será rusa, con dos enormes tetas
que me mira como diciéndome: mirá todo lo que tengo
y vos no.
Y más abajo leo: “encendé tu pasión aquí”.
¿Qué pasión puedo encender si apago el gas y cuido
la luz como una posesa?
Y después dice:
“Chequeá más de treinta mil perfiles. Hacé que estas chicas
rusas se enamoren de tu charme. Es divertido y es privado”.
Cierro este mensaje y pido por favor que las rusas
se vayan a otro lado mientras medito y pienso en la Plaza
Roja, en Lenin, en Tolstoi y en el caviar que es tan rico.
Pero esto no es todo.
Aparece otro mensaje.
Este dice que mi media naranja me está esperando.
Para mí no existen ni las medias naranjas ni las medias
medallas
ni las medias, que siempre se pierden en los laberintos
de los lavarropas.
Me dice que encontraré gente con sentido del humor
y alguien con quien compartir mi felicidad.
Para compartir mi felicidad primero tengo que estar feliz,
y el sentido del humor te lo debo por ahora. Detesto
a los simpáticos de mierda como decía un querido amigo.
También suponen que busco algo, porque me proponen
que ellos tienen la pareja que estoy buscando.
Lo único que busco es el tiempo perdido, en este momento.
Y para completar el panorama me cuentan que Juan,
al que obviamente no conozco, de cuarenta y cinco años,
dice que busca a la mujer de sus sueños.
Que busque, nomás, mientras no se transforme en una
pesadilla.
Y sigo meditando, después de esto,
¿no seré virtual?
Aunque, existiendo Tinelli, todo puede ser cierto.
Porque el espanto existe, y no le han mentido.
© Alicia Márquez
1 comentarios:
David Sorbille dijo...
Fenomenal texto! Un abrazo
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