EROS EN EL DESAYUNO
Las ganas de hacerle el amor se me aparecen en el café.
Derramándose sobre las tostadas.
Colándose por las líneas del libro que leo.
Faire
l’amour, oui, faire l’amour.
Hay un espacio ciego entre amarlo y dejarlo ir
y no me animo a dar el salto.
Observo un punto cualquiera en la pared, sus ojos.
Corro la página, su piel.
Bebo un sorbo, su boca.
Todo evoca, alude, revive su imagen.
Esto debe ser la locura.
Un virtuosismo exquisito.
Él vive su vida, que lujo.
Yo vivo en una cama haciéndole el amor, más lujo.
Recorriendo con mi boca todo su cuerpo.
Frenando, recomenzando.
Humedeciendo con afán cada porción de deliciosa dermis.
Deteniéndome a saborear más minuciosamente zonas gloriosas.
Mientras mi boca se deja elevar y descender
apoyada sobre su pecho por la gracia de su respiración.
El gozo de una porción desnuda de mi cuerpo
conociendo otra porción desnuda
del suyo.
Adentro mío. Yendo y viniendo.
Sinfonía de gritos ahogados.
Las bocas buscándose locas,
dos respiraciones profundas y juntas,
queriendo ayudarse para no gritar.
Que nadie escuche que nos amamos.
No queremos ni podemos parar.
El fondo vacío de la taza.
El libro que se cierra como reingreso a la realidad.
Nada sucedió.
Todo
sucederá.
© María Belén Silva
Todo sucederá, no cabe ninguna duda porque ya todo sucedió en ese clima de pleno erotismo y calma realidad, María Belén.
ResponderEliminarAplausos, bises y besos!!!
María Rosa León