Una mirada. Y luego otra,
Que es de desconfianza.
El rito ha sido cuestionado y ya en sospecha vienen
No uno sino varios
Y examinan al fugitivo en ciernes, al traidor en ciernes,
Al futuro desencadenador de la masacre.
Porque hay un punto en que ya desaparece por fisuras
Toda inocencia blanca.
Un aletazo de ave inesperada
Taciturna negra
Una no entrevista figura disuelta
En un pasillo alto de la noche.
Se apagarán todas las luces. Luego
Con la recurrencia del mar contra las piedras
Primero habrá gemidos
Luego gritos procaces.
(Muchos ensayan su metamorfosis fallida)
Desde la distancia
Sirenas ululantes buscan el puerto
De luces encendidas.
Más gritos, más gemidos.
-¿No duermes? –pregunta con sonrisa de oficio
Con sorna que encubre su rutina agorera
La mujer de blanco.
Justifico:
-La voz que resonó en el pasillo.
Un sueño.
He dormido un siglo
Pero ya
No me queda otra que seguir durmiendo.
No convencida se va.
Es probable que vuelva
Y que mida mi pulso
Así como una samaritana
Que ofrece su cuenco.
© Carlos Alberto Roldán
uuuufffff qué fuerte!!
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