16/11/17

Texto de Leonardo Vinci


No sabés las veces que lloré; así te lo digo, de hombre. Me quedaban los ojos chiquitos y como florcitas de acacia. Yo casi verde en la sombra obtusa de un rincón, boqueando la geometría incoercible que la tartamudez impone a la respiración. Y el tiempo sin mensuras ni atisbo, detonaba cíclicas granadas de palabras vengativas en la boca, mientras que mis brazos eran disputados por dos potros aguerridos del color de la lluvia. No sabés cómo maldije, a nadie, al aire, al mundo mudo; y cómo detesté por primera vez cualquier sonido, tampoco quería escucharme . Me volví tosco repentinamente; entendí, asentí con la cabeza, lo rudimentario que uno puede ser. No sabés las veces que lloré, se convertía en adicción; lloraba por mí, por algo sin explicación, una canción sin palabras. Esa música, esa instancia, estaba en ese rincón junto a mi, mientras el mundo se hinchaba y crecía como un fermento que apenas podía ver; el aire se hacía opaco, niebla, pero eran los ojos, lo que uno hace con los ojos. Cuánta maldita poesía, sobre una mesa, en las botellas, andando lenta como corazón de animal dormido.

© Leonardo Vinci


2 comentarios:

Blogger Adriana ha dicho...

Bello texto. Enigmático. Abierto a lo que el lector lleva consigo y le hace escuchar lo que nadie dice, pero él recibe como si lo dijeran para él. Originales y hermosas imágenes. Me gustó mucho. Un abrazo. Adriana Maggio (Dirbi)

16 de noviembre de 2017, 23:17  
Blogger Patricia Berho ha dicho...

Así es ...no sabés, las veces que llore ;intenso, gracias 💚

26 de noviembre de 2017, 8:49  

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