Poema de María Laura Coppié
Puntos de vista
No todas las guerras son de primera plana.
Casi nadie sabe de ésta, la que se teje
en el último estante de la biblioteca,
semi escondida atrás del esponjoso corazón.
Una enormidad de hombre
teme al que alguna vez dejó de hablar,
al que se sienta en la sombra y espera.
Le inquieta saber que con voz pequeña
el otro amarra en el mismo puerto,
tan insolente, su suave eternidad.
El hombre alto de lengua de roble
tiembla frente al sutil paso certero
del poeta que ordena.
Desde su allá arriba desatiende detalles,
devela secretos con torpeza de alto
y un perdón que nunca fue de jazmines.
La espalda del gran hombre,
que supo hacer de aludes el vuelo de un colibrí,
tirita ante esas manitos que alfarean
lo que él no pudo retener.
Los gestos grandilocuentes se distraen
cuando el caminar manso del de sonrisa bajita
se apropia del que creía su escenario,
pisa sin bullicio las hojas que el de casi dos metros olvidó
y derrite el hielo en la piel del testigo con su quieta
tibieza.
Seguramente esta vez, como casi siempre pasa,
no exista un triunfador ni broten tales laureles.
No habrá rastros de sangre en las páginas.
Probablemente porque entre la oscuridad y la histeria,
frente a lo que nadie llama celos,
se haya esfumado para siempre
la paciencia del pobre espectador.
© María Laura Coppié
2 comentarios:
no siempre todo está en primera plana pero debiera estarlo,no?
Un beso
Graciela Licciardi
Profundo y bellísimo poema, Malala.
Un abrazo,
Alicia Márquez
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