La lana es
la vida. Es el arreo con silbido y buen perro hacia la esquila y el hilado
torcido para la resistencia. Los más antiguos no están y nadie quedará cuando
nos vayamos yendo.
Madrecita
tejía ponchos bordados que no alcance a aprender: roble, canelo, pello pello,
tenía 12 años cuando todo empezaba.
Madeja
cruda teñida con barba de palo, tiene
que hervir para que tome el color. El punto ceñido apacigua el viento, las agujas nunca se
dirigen al pecho.
© Marisa
Negri
CON HILOS DE PALABRAS HAS TEJIDO ESTE BRILLANTE POEMA!!!
ResponderEliminarqué hermoso, marisa. qué sentido tan impresionante " las agujas nunca se dirigen al pecho" ojalá así sea siempre.. susana zazzetti.
ResponderEliminarQué hermoso!
ResponderEliminarQué bueno! Me encantó. Gracias y abrazo, Inés
ResponderEliminarLegados. Muy bello.
ResponderEliminarUn poema muy logrado.
ResponderEliminarUn abrazo Ana Romano
HERMOSO POEMA MARISA !!!!
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ResponderEliminarHermosísimo Marisa.
Lily Chavez