Un árbol, mis manos. Pájaros en los dedos. De tronco
envejecido las palmas.
Sostengo en ellas flores secas de antiguos otoños, nubes
llovidas y el único gorrión que perdió su nido.
Sobre mi pecho, en noches demoradas, esparcen semillas,
liban colibríes.
Amanezco de un sueño no soñado.
El jardín de la infancia se hace pueblo y un lirio se
recuesta en mi mejilla.
© Mónica Aramendi
Poemazo Moni! Un lirio se recuesta en mi mejilla: bellísimo. Un abrazo
ResponderEliminarGraciela Barbero
Muy sensible , me encantó Maria Luisa Márquez
ResponderEliminarMónica, ya la ilustración me atrapó, ni qué decir el poema, bellísimma postal.
ResponderEliminarAbrazos
Betty
MUCHAS GRACIAS A LAS TES, DE CORAZÓN!!!!
ResponderEliminarGRACIAS MIL
ResponderEliminarTu lirio también se recostó en mi mejilla al leerte!!
ResponderEliminarBesossss