HILO
En un barrio de las afueras
de una ciudad bien al sur,
la señora que barre la vereda
por las madrugadas
apaga la estrella
que está justo ahí
sobre su casa.
La estrella que esperó
que ella hiciera su rutina.
Doña,
doñita;
barra nomás,
barra tranquila,
aunque a veces un dolor grande
le anude la garganta.
Usted, que se las arregla
con dos pesos,
sépalo bien.
Allá en el techo del cielo
su esmero
es atendido.
No ha sido en vano.
© Jorge L. Carranza
Bello poema, duro y esperanzador.
ResponderEliminarAbrazo
Elisabet
Qué poema! Tan simple y tan profundo.
ResponderEliminarUn abrazo Graciela Barbero
"doña" "doñita", qué hondo caló en mí.
ResponderEliminarAbrazos
Betty
Muy bueno,felicitaciones.
ResponderEliminarAnahi Duzevich Bezoz