Mientras llueve,
ahora mientras llueve,
yo no pienso en Machado
ni en la dimensión metafórica del agua
ni en que es plancton o fuente de la vida
ni tampoco en que a veces equivale
al semen, a la humedad del útero
donde todo comienza y se desata.
No me pongo a pensar tampoco en su sentido,
su escondido valor en el orden simbólico,
o a qué se corresponde cada pequeña gota:
si es lágrima, ojo, canto o bien melancolía.
Lo que hago mientras llueve es renegar despacio
porque el agua se queda prendida en los cristales
y trae hasta la casa el limo de otros sitios;
porque sé del trabajo de esconder el salitre,
el polvo de la arena molida hasta su hueso
o la sombra de aljibes, de estanques y de fuentes,
del mar que se deslumbra por su propia espesura.
Si, como ahora, llueve,
yo no pienso en Vallejo con su aguacero triste
y menos, casi nada, apenas, en Machado.
Solo en la obligación imperiosa, excitante,
de restaurar el orden que se había hecho añicos
y devolver al vidrio su primera función,
la de mostrar el mundo en su sola materia.
© María Ángeles Pérez López
una visión difeente, delicada, convincente, que vale por sí misma, muy hermoso, maría. susana zazzetti,
ResponderEliminarHermoso poema, armónico, sostiene la tensión y expresa un sentido propio, original a la materia poética transitada de la lluvia.
ResponderEliminarClelia Bercovich
me ha gustado mucho tu desarrollo... ese entrar y salir... y ese vidrio vuelto a la barrera transparente que, sin embargo, permite ver más allá. Abrazo, PAOLANTONIO
ResponderEliminar