Predestinada
Cuando era un niño que ni sabía
a qué guerra había ido Mambrú,
ya te esperaba, jugando.
Cuando hice el servicio militar
ya estabas en cada vaso de agua que me tendían,
en cada chocolate que me obsequiaban para mitigar el frío.
Cuando empecé con esto de la literatura,
ya estabas predestinada a ser un día mi musa.
Y cuando estuve a centímetros de tu piel,
imaginé que un día recorrería esos poros morenos.
Soñaba con que tus ojos azabache
se alojen en mis cuencas cercanas,
y juntos pudiéramos reconstruir los días.
Hoy mis imaginerías son diferentes,
pensar en esculpir tus huellas hasta sangrarte,
ararte sin piedad para fertilizarte,
desintegrarte en la arena, descubrir en vos, lo
indescifrable.
Que salgas habitada de mí.
Que yo toque tu cielo
con mis dedos sedientos
sabiendo los dos,
que entre tus piernas está nuestra bendición
y a la vez nuestro pecado.
Que yo me anime definitivamente
a vivir por tu piel, y a morir en tus costillas.
Que mis labios recorran todo tu territorio,
y dejen huellas en los arroyos más salados.
Para desde ahí, poder reinaugurar la vida.
© Juan C. Rodríguez
Pintura: Eduin Giraldo Cortes
ResponderEliminarMe gusta Juan, me gusta el recorrido que conforma el poema, hermoso poema de amor.
Lily Chavez
Juan: Gracias por compartir!
ResponderEliminarTere Vaccaro.
Va andando este poema y termina en llamas Juan.
ResponderEliminarBien logrado.
Un abrazo
Alicia Borgogno
Guauuu !!! Conmovedor !!! Gracias !!!
ResponderEliminarEl poema y la ilustración se merecen, son muy buenos ambos, te felicito
ResponderEliminarBetty
Cuánta belleza. Gracias por sus letras.
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