9/3/16

Poema de María Ángeles Pérez López


A veces la lengua se nos queda pegada
de tanto atravesar el mismo sitio
sin poder situarse para decir vocales,
sin poder arquearse como una piedra limpia
con su arista,
sin las letras rumorosas para rozar la piel
del cartílago dulce en el oído
de alguien que es nuestro cómplice y ternura
para decirnos hola, qué es lo que andas haciendo,
te espero como al agua, como al pan amasado,
como al tiempo que entrega su abundancia.

Ocurre que a menudo la lengua no se acuerda
ni de su parentesco con el mar
y se queda varada en las orillas
del cielo de la boca, de los dientes,
pues no vienen las viejas consonantes
a reclamar el próximo combate,
ajadas como cuerpos en el sueño,
y cuando vienen arrastran los pies, se descalabran,
caen de sí mismas
y al final ni se animan a pedir nueva audiencia.

Ocultas y andrajosas
se quedan en silencio.
Entonces nos devora la condena.



© María Ángeles Pérez López

4 comentarios:

Blogger maria alicia ha dicho...

Muy bueno María...Me gustó. Felicitaciones

10 de marzo de 2016, 23:30  
Blogger Teresa Gerez ha dicho...

Qué bueno que en este caso las palabras no se quedaron "pegadas a tu lengua", y las soltaste e hiciste este bellísimo poema. Abrazo

11 de marzo de 2016, 8:16  
Blogger María de los Ángeles Camacho Rivas ha dicho...

La poesía es el lugar donde coincidimos en una voz que podría ser la de todos. Es un poema que atrapa.

11 de marzo de 2016, 21:40  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Con una sola palabra lo defino: Magnífico.
Maria Cristina Fervier

16 de marzo de 2016, 22:10  

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