• LA POLENTA •
La polenta hierve hecha grumos.
Salpica una gota y quema
mi mano que revuelve.
Las cebollas y tomates a un costado
me humanizan.
En un minuto, uno ni alcanza a procesar si
tiene hambre y la polenta ya está lista.
Ahora me siento a comer con esos soldados
acuartelados que si se negaban a morder,
les pegaban un cachetazo y los mandaban
a limpiar el baño.
Ahora me siento con esos niños que,
sin soplar, se queman la boca en el comedor
barrial mientras la vecina militante los
acomoda en la silla con los pies colgando
y les enseña a agarrar el tenedor.
Ahora me siento frente a la tele como ese
niño que no sabe agarrar el tenedor y
se llena la boca atolondrado.
Ahora dejo escurrir la polenta en mi boca
como ese soldado que en silencio come
lo que hay y piensa en el final.
Ahora me envuelvo en el pijama a lunares
de un cielo confuso y siento en
la boca pastosa, el dolor del maíz.
El dolor de las cosas sin nombre/
Como esa angustia que cuelga en la
olla grande cada vez que el horario se acerca
y nos ponemos a batir el alimento más barato,
el que está listo en dos minutos,
en los que ni llegamos a procesar
cuánta hambre hay en el mundo.
© Fabián Leppez
gracias por este poema, un abrazo
ResponderEliminarSilvia Loustau
Un poema del hambre, de la angustia...abrazo, Inés Legarreta.
ResponderEliminarConmovedor. El hambre y el alimento humilde, desde distintos escenarios. Gracias
ResponderEliminarJuany Rojas
" el dolor de las cosas sin nombre!!! ay, ¡ y qué dolor! como tu poema. abracito fabián. susana zazzetti
ResponderEliminarUn poema que habla del hambre, de la desolación. Bello.
ResponderEliminarAbrazo
Elisabet
No se puede separar. Habita en la mente, en el recuerdo, en momentos difíciles, de hambre!!
ResponderEliminarDe excelencia la descripción.
Un abrazo
Ésto es diario, es universal y está dicho de una manera que conmueve, te felicito.
ResponderEliminarBetty