Nada dicen, ya.
Espacio desierto es el recorrido de ayer
a este punto de poca luminosidad.
Vuelven.
Igualmente vuelven.
Las percibo en una mano blanca
cualquiera.
Una manta en espera,
una copa transparente líquida y fresca
derramándose
sobre las flores de un vestido de sedas.
Nada dicen, ya.
Aceleran. Torpemente.
Vuelven a mí
me miran a los ojos mentirosas.
No son lo que eran
Y aún aceleran.
Aceleran mi ritmo, el de mi corazón.
como la ola retráctil y dañina
que en su regreso torpe y brutal crece y alimenta muertes
se inmiscuyen en Todo lo que queda,
oscuridades crecientes,
construcciones míseras.
Como un llanto de niño demandante son
y demandantes regresan enseñoradas y marcan.
-No dan respiro-.
Marcan mis ojos de niebla
inevitables,
mis piernas de acero
atoradas en sus lianas,
-hilos finísimos, miserables, efímeros-
tus manos
del recuerdo,
mi boca
del abismo.
© Marta Comelli
magnífico, marta, has despertado un clima que acelera la espera del final. abracito. susana zazzetti.
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ResponderEliminarMe detengo en cada palabra a verte, porque estás allí, porque te sé en la profundidad, en la luz de tu escritura que quiere ver más, gracias Marta, siempre
Lily Chavez