Tal vez en los últimos momentos en que la noche
Ocupa el ámbito del día
Tal vez cuando este instalado y antiguo insomnio
Inventa la futilidad de la vida como puro tiempo incausado
Allí nomás en la intemperie abierta en que prometeico
El hombre es vísceras nomás para incesantes buitres
Entonces, sólo entonces y por una vez
-oh, luz; oh, asombro ya no creído posible-
Se escuchó, se pudo oír, se hizo materia incontrastable
Advino como el ramalazo de una desdicha o azar de
bienaventuranza
Un canto hondo de sirenas, y me constituí su oyente.
¿Diré de su melodía radicalmente ajena, remota, nombradora
Del deseo, cuya noticia despiadada
Es el tamaño de la soledad de siglos e infinita?
Un canto no de sirenas que en ellas ¿quién pudiera la
creencia?
Un canto
Salido tal vez de la mujer cotidiana e inmensa de la que no
hay distancia
De su vida y sus golpes su fulgor y sus huellas
De la serie inclemente de sus dolores varios sus silencios
Lo que se encripta o cifra con tenaz defensa
Salido de sus sonrisas a media, de su diligencia al vernos
A puntos de ser puestos de espaldas
¿Diré que tal canción
Fue compuesta a medida?
¿Que a nadie sino a nosotros al galope de torpes
Concernía su voz de agua y de luz?
¿Que entrevista la región
De cumbres y de llanos por que se aviene de ella
La supimos por patria y sendero y destino
Porque todo cuanto pasado se borraba de cuajo?
No sé qué diga ni qué me justifique
Ni sé si es cierto o sueño la huella de tal mito:
Imparable esta voz errónea e indetenible
Me pone ante un mar
De susurro incesante.
© Carlos Alberto Roldán
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