4/11/15

Poema de Fabián Leppez


• LA LEYENDA CONTINÚA •

Mientras esperábamos a mamá en la vereda,
pasó el carnicero del barrio en bicicleta y nos
saludó con el brazo en alto.
El mismo carnicero al que le compraba de chico
medio kilo de milanesas o medio de carne picada.
La carnicería hoy la atiende su hijo,
con mucha menos simpatía y
la misma tenacidad.
La misma rigurosidad en pasar la palma de
la mano encarnecida por el costado de la sierra
-que rechina al atravesar un hueso-
como al levantar la persiana sin aceitar
todos los días a las cinco de la tarde.
Se sabe que los Echazarreta se separaron porque
él la encontró a ella con el carnicero padre y
el chico parece continuar con el legado.
Aún detrás del cortinado plástico donde
las manos anchas se friegan sobre
el delantal blanco ensangrentado.
Haciendo fila, la mirada se pierde en el gancho
donde cuelgan los chorizos colorados,
la cartulina que anuncia el sorteo de
un lechón a fin de mes y la resma de
bolsitas blancas que el tipo arranca de un tirón
para arrojarle adentro toda la ilusión
de que ésta no sea nuestra última cena/
La expectativa de saber qué se incendia
dentro de sus ojos mientras le hace
el nudo a la bolsita/
Toda la pólvora que sale de sus manos
que cortan, que desvisten, que hacen nudos,
que saludan, que incomodan y succionan
el pecho de la tarde.


© Fabián Leppez

2 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

todo un poema narrativo, coloquial ,muy bien trabajado, con cuatro versos finales que me encantan. susana zazzetti.

4 de noviembre de 2015, 15:44  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Narración poetica donde escondiste amor, odio, y la cotidianidad de años, excelente poema,

Silvia Loustau

17 de noviembre de 2015, 15:39  

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