Estocada
Sentir el peso de la pena en el corazón
Como una mano densa
Dejar al tiempo hacer su ruta circular.
Y no temer el desmundo del mundo en el cielo próximo
ni en el extranjero.
Mientras la amistad siga envolviendo el dolor,
la vida puede ser ese mismo lugar donde vivimos,
donde somos en la alegría de compartir
y tal vez lo único lo más real a compartir
sea un sueño o una
ilusión.
Dejar caer el peso de la lágrima,
siempre hay luz en un hueco,
aún en los túneles más sombríos del destino
la fe es ese coraje de vivir en la incertidumbre.
A veces tiramos migas de pan, cosas simples,
actos sencillos que nos llevaron años de purificación
Y tenemos la sabiduría necesaria de no esperar nada.
Como una lluvia dulce
la comprensión
es un diálogo que ha sido bendecido.
El dolor azul después de la estocada innumeral,
algo como la compasión,
o la misma furia que se ha relajado después de hacer el amor
y transmutada en tibieza
acerca lo que ha quedado en la otra orilla,
lo mismo, lo diferente,
Lo que agrega.
La intensidad se
verifica en la primera mirada de esos ojos infinitos.
Leer en el aire entre tantas cosas:
Él júbilo de las hojas verdes trepando al cielo.
Lo que ha permanecido en la transparencia.
El candor de un espíritu cuando la primavera renueva su
apuesta
y la inevitable despedida del sol en el poniente.
Y sobre todo eso, esa definición del sol, en su ausencia,
toda una épica del encuentro.
El anhelante desborde de un corazón que gime
sofocado,
el tiempo necesario
para ceder su temblor
y esparcir las
deidades de un intensa emoción
que desaloja definitivamente las prisiones de su sombra.
© Marizel Estonllo
Extenso en su riqueza y su melancolia.
ResponderEliminarjorge pablo moreno.
El sueño de la amistad verdadera siempre vuelve!!!
ResponderEliminarCuánto dice Marizel de bueno, real, viven ciado.
ResponderEliminarMe encantó!!
un cariño