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13/5/15

Poema de Gustavo Silva


El borde de mi ser

Aquella mujer era una colección de sinónimos errantes
daba voz a su luz y el día hablaba
se hacía entender mediante el dialecto de las gotas
para decir te amo, eran de lluvia
de llovizna para contar un sueño
y las del rocío francamente no me acuerdo

Tenía también aquella mujer una bitácora de etcéteras
donde anotaba todos los fuegos, los de San Juan,
los del crepúsculo rabioso y los de mi corazón,
pero por fortuna nunca existieron
los sin embargo ni las aclaraciones al margen;
siempre había un ruiseñor dibujado a crayón e intemperie
a membrillo y a canción que transmutaba en cielo
en luna o en romanza nueva
y ahí siempre estaba ella en esa cuestión de abrir los ojos
con esa música de organito querendón
que le brotaba en cada despertar
y el sol se orientaba en la inmediatez de su perfil
y todo un submundo de esperanzas
liberaba una fauna funambulesca;
hipocampos al tribal ritmo de su estrella;
si hasta las palabras abandonaban su insomnio
y se iban a dormir para soñarla
con sus labios en verso y sonámbulos
rimando ilógicos al compás del beso
y ahí siempre estaba ella
con esa aureola en sus pasos
como las de un niño perdido
dos risas hacia el oeste,
un jazmín arrancado a la tarde
medio caramelo hacia la izquierda
y un sexto sentido
justo, justito hacia el borde de mi ser
para descubrirla en bienvenida.



© Gustavo Silva

3 comentarios:

  1. me encantó, sumamente bello! gracias por compartirlo, francisco

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  2. Gran colorido, poeta! La mujer soñada siempre bienvenida!

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  3. Gustavo: qué privilegio esa mujer!!
    Me fascinó.
    Qué mujer no quisiera que alguien descubriera tanta belleza en su ser?
    Abrazo

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