Como una rosa
Caen las hojas del otoño, así ruedan al viento,
y como el tiempo, que nada lo distrae, vuela y
más allá de los sucesos, en lo más dramático
del secreto, en la llama encendida: la palabra.
Solo en la memoria, la piedra y lenguas
eruditas,
cruzan como gaviotas, trayendo olvidos, sueños,
desnudando culpas, miedos, trampas en el grito
sagrado, lo no dicho aún, desde su abismo mudo
deshojan oníricos dioses, y enmudecen palabras.
Entrar en plena desmemoria, en el henchido pecho
del silencio, de ese silencio cuando apaga la
palabra,
desnuda los ojos, desprende la música del alma, el
sol,
donde la vida horadando sublime, desbocan sus
sonidos.
Sagrados cielos, desprenden de su universo, sus
astros.
El Hombre en silencio, labró como una rosa la
Palabra.
© Lidia Cristina Carrizo
Y continuamos labrando nuestra rosa, Lidia. La haremos florecer en el poema como decía el gran Huidobro!
ResponderEliminarLa palabra nos habita.
ResponderEliminarBello poema.
Un abrazo
Florece el poema espléndidamente con el rocio de tu palabra. Abrazo en luz querida Lidia! Mary Acosta
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