LO QUE FUE
Resecos los labios al unirse sin presión entregan sin reparo
lo que fuera un beso; el suspiro lento y
la caricia; lo vivido.
Lejanos los ojos sin mirar se han perdido en el cosmos,
fijando en él la última visión imaginada.
Inexpresivo el cuerpo suelto siente el sublime abrazo de la
nada; el roce de la niebla, el resbalar de la escarcha y la tristeza.
Caen en desorden los cabellos sueltos movidos por el viento,
recorriendo espalda y hombros a medida qué, se avanza por imaginarios caminos
entre llano, mar y páramo.
La vida sin remedio ha capturado a los recuerdos; ha
retomado los abrazos idos y los húmedos labios.
Por eso ahora, los resecos labios unidos sin presión ya nada
sienten, y los ojos fijos en el
horizonte lejano, sin parpadear, se despiden sin lágrimas renunciando al
deseo.
Y como testigos mudos de un amor vivido intensamente y sin
palabras, con dolor y desgarros en el alma, han entregado cuerpo y alma el
postrer suspiro, las caricias y la última visión imaginada.
© Sonia Quevedo
Hola Sonia, tu texto poético tiene un ritmo interno maravilloso. Además vuelo y lirismo. Me encantó.
ResponderEliminarDavid Sorbille dijo...
ResponderEliminarEstimada Sonia: tu poema impacta, conmueve! Te felicito. Un abrazo