HISTORIA
a Miguel Ángel Riquelme
La muerte transcurre, cotidiana
y parece ajena,
hasta que, vertical, toca cercanías
y la piel se derrumba.
El pensamiento es un reloj de arena
y yo también devastaré otras pieles.
El amigo habla fugazmente de sí mismo
y se abre el pecho.
Y yo pregunto.
Y no tengo respuesta.
© Miguel Oyarzábal
Breve, contundente poema. Recorro contigo el mismo sentimiento.
ResponderEliminarSaludos.
Bello poema como todo lo que escribe Miguel, muy justo en el justo momento como el reloj de arena..tiempo fugaz sin repuestas..
ResponderEliminarabrazos enormes
S.Roberts
Las muertes, las repuestas que no tenemos y ¡qué bellamente dicho!, Miguel
ResponderEliminarUn abrazo
Betty
Contundente, la muerte y transcurso sin respuestas. Felicidades.
ResponderEliminarJORGE PABLO MORENO.
ResponderEliminarMiguel: me encanta leerte. Este poema tremendamente humano me conmovió hasta las lágrimas.
Un abrazo,
Alicia Márquez
Así es este pasaje preguntas y preguntas que no tiene respuesta. Excelente poema.
ResponderEliminarAbrazos
Elisabet
Felicitaciones a poeta e ilustrador, lo sutil sabe ser contundente.
ResponderEliminarClaudio Simiz
Nunca habrá respuestas para las muertes cercanas. Bravo.
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