La vida se juega entre andenes y arcoíris.
Nunca el cielo se vio tan gris como este atardecer,
reflejando el sol sobre los rieles de acero.
El trepitar que avanza sin mudar condiciones.
Y la espera de esa flor que crece entre pantanos.
Inservible prédica de silencios enmohecidos,
de lenguajes incomprensibles.
Ese oído,
el que espera,
desierto de voces,
ya no cree en la invención de un nombre.
Sólo se deja
traspasar de mariposas
que se transforman en cuervos.
Y el clamor
que se oye en consecuencia:
Sal
del dintel de mi puerta.
© Cecilia González Gerardi
Foto: Gustavo Tisocco
Sal del dintel de mi puerta. Muchas cosas me dejó el poema,que tiene que ver quizás con lo que sentimos y pasa al lado sin tocarnos como es debido. Hay poemas que hacen un paréntesis y escriben otra lectura en el lector.
ResponderEliminarLily Chavez
el oído que espera desierto de voces se me coló entre las venas con mucha fuerza. Bello
ResponderEliminarnunca el cielo se vio tan gris como este atardecer cuando todo duele, guau,,,
ResponderEliminarpatricia corrales
Un lastimoso viaje hacia la ausencia y las cosas perdidas, nada tiene su retorno. Enhorabuena.
ResponderEliminarJORGE PABLO MORENO.
Gracias a todos por sus palabras!!!!! Abrazos!!!!
ResponderEliminarEsas mariposas convertidas en cuervo , las imagino y sospecho tu desazón
ResponderEliminarmaria elena tolosa
Brillante poema sobre la opacidad de la vida en lo visual y lo auditivo. Movimientos surrealistas como las mariposas que pasan a ser cuervos y frases excepcionales como "silencios enmohecidos". Isabel Llorca Bosco
ResponderEliminarHermoso poema, desolador y hermoso. Con un final que resume eufónicamente la totalidad del poema: "Sal del dintel de mi puerta".
ResponderEliminar¡Felicitaciones, Cecilia!
Mariano Shifman
- Que salga - pero ya está en ti!!
ResponderEliminarMuy buen poema!!
Saludos