25/4/13

Poema de Hilda Díaz


Voces
yo no sé de la infancia más que un miedo luminoso y una mano que me arrastra a mi otra orilla" A. Pizarnik

ciertos recuerdos circundan el borde de la noche
aguardan el pequeño espacio
la luz necesaria de mi memoria / el adormecimiento
de mi voluntad
un momento hueco se filtra y se esconde
la voz errante infantil abre la puerta / del artificio
un temblor apacible
ese saber ingenuo de conocer
que nada ni nadie podía reemplazarme
y este reconocer profundo
que tal vez no haya nada / más allá de esta desolación
de esta búsqueda incesante / urgente
de rozar la felicidad
este esmero agobiante de pulir caminos
este oficio de lustrar con mi vida
son mis horas estrujadas y / vueltas a limpiar
colgadas al sol de cada mañana

bajo la copa del gran árbol
me siento / a esperar mi infancia
inalcanzable
como el monigote trazado sobre el cristal húmedo
primer hombrecito en el espejo empañado
tan suyo / tan desesperadamente mío
como la eterna mirada de la lluvia
todo se borra / se queda
sin embargo nada permanece / en mi memoria. 

© Hilda Díaz

6 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

guau! me has hecho cimbrar! hermoso texto, fuerte, triste y real
gracias por exponerte tan desnuda
francisco

25 de abril de 2013, 20:06  
Blogger Adriana ha dicho...

Excelente poema. Tiene un clima de nostalgia de lo que no se vivió, de demanda, de desolación y de adulta desesperanza. Muy bueno. Un abrazo. Adriana Maggio

25 de abril de 2013, 21:55  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Gracias Francisco, gracias Adriana, por la mirada especial y atenta con la que han leído el poema.
Un abrazo

Hilda Díaz

27 de abril de 2013, 18:18  
Blogger Leonor Mauvecin ha dicho...

La nostalgia que anida en todos nosotros vuelve a través de tu hermos poema

29 de abril de 2013, 1:54  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Bella y conmovedora tu evocación, Hilda.
Aplausos, bises y besos
María Rosa León

2 de mayo de 2013, 2:59  
Blogger Isabel ha dicho...

Hilda, si cada vez que buscás encontrás una constelación de palabras como ésta no te canses, no estrujes que tus días están llenos de sol a pesar de "la eterna mirada de la lluvia". Con el temblor de los primeros descubrimientos, encuentro tu amistad de poeta. Un beso Isabel

20 de mayo de 2013, 22:55  

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