26/3/13

Poema de Alberto De Jesús Goicouria


¿Por qué las ilusiones se desgastan
y no el sigiloso paso de los días?
A modo de respuesta
los sonidos de mi cuarto vacío
me susurran que la raíz nace
       y se aferra a la oscuridad
–a lo que no vemos con los ojos abiertos como perlas-. 

Y agradecemos y celebramos el fruto,
las ramas que crujen;
           resignamos las hojas que caen,
    festejamos los brotes,
descansamos a la sombra,
     pero la negrura de la tierra seca
        no muta, no cesa, no se fatiga,
     no
     necesita
     de adulaciones líquidas. 

Cuando buscamos la raíz de lo que somos desaparece
    pues impera en la transparencia de lo desconocido
con movimientos de mimo,
con cinismo de sauce llorón. 

Asombro y torpeza de niño en la pulpa de la identidad… 

¿Cómo no detenerse cuando el espectáculo comienza?
    ¿Cómo no correr, como no salir en busca del autor o del principio
luego de degustar de la maravilla del vivir así,
con esa  euforia que estremece
mientras el viento todo lo rodea? 

Congruencia de centros,
                     disposición del espacio
para mezclar y conjugarse ágilmente con el tiempo,
     ante    la     lentitud    de    la    ceguera,     
ante
la mudez de silencio.
Disposición de la inmensidad,
       corazón
   instintivamente expectante
mientras el show del ser se origina más allá de la vista,
como el pensamiento,
más allá de las palabras.  

Humanidad de cepa misteriosa… 

La penumbra nos abrió el alma
   y, sin embargo, ¿caminamos hacia la luz? 

Al menos surte efecto la existencia del poema
que nos ayuda a vislumbrar nuestro yo como
si lo que somos y lo que quisiéramos ser estuvieran atrapados
y saludándose en orillas diferentes del río de la vida.
Hola, lado mío.

© Alberto De Jesús Goicouria

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