15/2/13

Poema de Paulina Vinderman


Ahora mi único padre es el tiempo,
y su rara compasión espera por mí,
me mira fijamente desde un despeñadero.
En el camino, las hojas de los olivos
parecen plata manchada a la luz de la tarde. 

Los pájaros prefieren los árboles con ramas muertas,
pueden lanzarse al vuelo en cualquier dirección. 

¡Ah! Hacer un fuego sobre el montículo de
orfandad con ramitas muy secas.
Aprender a ver la vida
como un campamento provisorio:
cenizas y café con obsesiones por la mañana,
ceniza de acacias para entrar al desierto.

 

© Paulina Vinderman

18 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Me gusta este poema, va tomando "marcha" hasta el final deslumbrante.

Claudio Simiz

15 de febrero de 2013, 13:21  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Una buena descripción de la vida a plena naturaleza , me gusta la forma de decir , muy seductor el poema y la belleza exterior

maria elena tolosa

15 de febrero de 2013, 13:29  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Hermoso, mi admiración Paulina!

Lily Chavez

15 de febrero de 2013, 14:10  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Hermoso, mi admiración Paulina!

Lily Chavez

15 de febrero de 2013, 14:10  
Anonymous Anónimo ha dicho...

me gusta esl juego entre lo que somos y la comparacion con la naturaleza, por lo menos asi lo senti, fue un placer
patricia corrales

15 de febrero de 2013, 15:37  
Blogger Alejandra Leonor Parra ha dicho...

Paulinaaaaaaaaa!! siempre tan bello... tus dedos siembran

15 de febrero de 2013, 16:17  
Anonymous Anónimo ha dicho...

QUERIDA PAULINA..COMO SIEMPRE,ALTA TU POESIA, CAMPANARIO PROVISORIO DESDE DONDE COMPARTIMOS LOS SUEÑOS!!ABRAZO
maria del mar

15 de febrero de 2013, 17:26  
Blogger Isabel ha dicho...

Querida Paulina,a través de unas pocas imágenes genuinas se llega a definir el tiempo y la vida.
Parecería que el despeñadero y el camino a la luz de la tarde, el tiempo es padre. Y al final hay orfandad, no hay tiempo. La vida es un desierto para entrar en el desierto, tal vez la nada, tal vez es caminar hacia la tierra prometida.
De todas fomas es notable la afinidad de las palabras entre sí (prender / aprender a ver, las cenizas de todas las mañanas, las cenizas de las acacias)Estupendo poema en el que los momentos del día y el follaje va transformándose.Un beso.
Isabel Llorca Bosco

15 de febrero de 2013, 19:21  
Anonymous Anónimo ha dicho...

para releerlo, cada lectura deja algo más...
saludos
anahí duzevich Bezoz

16 de febrero de 2013, 1:22  
Anonymous Anónimo ha dicho...

como siempre Paulina una delicia leerte, un fuerte abrazo
AnaMariaManno

16 de febrero de 2013, 14:25  
Anonymous MILAGROS RODRÍGUEZ ha dicho...

Una mirada muy inteligente y particular de tiempo como "Un padre compasivo que mira desde un despeñadero" ¡Hermoso poema Paulina !

16 de febrero de 2013, 20:25  
Anonymous bessi ha dicho...

En realidad a mí más que descripción de la naturaleza me sacude la expresión, "los pájaros prefieren los árboles con ramas muertas" ese me parece el nudo del poema, para desplegar las alas tenemos que enterrar a los que nos precedieron, a veces...

17 de febrero de 2013, 12:24  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Paulina, me gusta mucho tu poema, parece una colección de aforismos. Un poema con una infinidad de lecturas, tantas como lectores tenga.

Un abrazo

Carmen Amato

17 de febrero de 2013, 16:50  
Blogger Carlos Alberto Roldán ha dicho...

La palabra no se dilapida y se abre justa, certera. No sólo es la idea, sino una música, parte de una construcción de belleza mayor. Un gusto leerte. Enorme gusto...

17 de febrero de 2013, 19:12  
Anonymous Pauli ha dicho...

Tocaya: Me gustó tu poema, que destila una serena amargura. La segunda estrofa es maravillosa.Un abrazo.

20 de febrero de 2013, 11:00  
Blogger Unknown ha dicho...

Paulina querida,
la vida y nosotros somos tiempo, como lo dices en tus versos.
El tiempo nos mira desde el despeñadero de la vida, y por instantes, preferimos ver el horizonte desde las ramas muertas, como los pájaros, aunque a nosotros, los humanos, nos duela. La vida, ese campamento provisorio, pleno de cenizas, acompaña desde las mañanas y da fuerzas para entrar al desierto.
Muy bello el poema. La letra de la naturaleza inscripta en las hojas de los olivos y en la ceniza de las acacias me habla de tierras y tradiciones antiguas.
Un abrazo

21 de febrero de 2013, 11:50  
Anonymous Anónimo ha dicho...

La mágica caminante de la palabra no puede cesar de andar, y adquiere la vasta visión que va más allá de "las ramas muertas", porque más que su sequedad, ella captará la ternura de lo que fue, por eso comprende a los pájaros y abre su absoluta lucidez, porque no olvida ese "montículo de orfandad" de donde parte, ese tristeza que está en su alma, que ve "la rara compasión" del tiempo desde su "campamento provisorio".Un poema para mil veces releer y mil veces sentir. Un abrazo y muchas manzanas Irene Marks

22 de febrero de 2013, 17:47  
Blogger Adriana ha dicho...

Magnífico texto, con imágenes que conmueven por su belleza y profundidad. Frente a lo irremediable, la palabra poética para trascender y dar categoría estética al desamparo. Me gustó mucho. Un beso. Adriana Maggio

23 de febrero de 2013, 9:46  

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