Poema de Francisco José Malvárez
BITÁCORA DE
a: mi hija
allá en el campo santo donde sólo están los
amigos, sus memorias
donde
sus huesos son el aroma de la vida
esos
vicios que como droga nos dan sentido y alegría
porque
los tuvimos, porque nos enseñaron, porque nos amaron y los amamos
y
nos dejaron latiendo en el alma el eco de sus voces
infinitamente
incorporadas como a ellos
incorporadas
al tuétano, a nuestras entrañas, al surco de las manos
a
la piel del alma, al tintinear de las retinaslas mismas que cimbran cuando con algo de melancolía a la caída del sol
en la hora del ángel, a la tarde le clavamos la mirada
y
nos perdemos en el infinito como en un mar cálido de ternura
y
se nos dispara una tenue sonrisa porque sabemos que estamos con ellos
ahí
en un profundo silencio de amigos
allá en el campo santo, te decía, el de
árgus, gala, milki, gateado
y
de tantos otros tantos nombres que de escribirlos se me secaría la plumay el papel no alcanzaría, pero que en ellos cuatro están todos nombrados
también rubén, amilcar, y a mi cuando me toque
allá, allá… ahí mismo…
ahora
también está falucho con un pedazo enorme del almita de mi cachorra
falucho
se fue con ellos y entró definitivamente en aquella finísima sustancia:el aroma de la vida, la de los huesos y la tierra… la que nos droga y da sentido
sin dudar les digo: que a la hora del ángel, en la oración, vendrá con sus amigos
a sentarse junto a nosotros a clavar la mirada en ese profundo silencio
el silencio de amigos…
también
entre las tenues sonrisas una lágrima nuestra, que se nos escapa
le
empapará la cara… él se sacudirá y ha de ir corriendo a buscar una piedrapara dejársela a los pies de ella, de ana digo, moviendo su cola como un abanico con frenesí… con exagerado frenesí, diciéndole: que está bien, muy bien
que es feliz, feliz de estar con árgus, milki y gala…
más
feliz aún, por todo lo vivido junto a ella, agradecido por todo lo que hizo
por
el enorme e intenso amor recibido…
y
que recuerde que el amor trascendental no lo limita la carne
entonces
ana, mi anita, le besará su boca como siempre lo besaba
y
su sonrisa, de tenue y lágrimas, pasará a ser exagerada, muy exagerada
el
brillo volverá a sus ojitos
ahí,
juntos, tomados de la mano
nos
embriagaremos alegremente de ocaso, ternura y amigos
en
el campo santo, en el campo santo…
© Francisco
José Malvárez
3 comentarios:
Todo cuánto se diga sobre este tema es una cruda realidad , allí en ese olor a huesos y a tierra está la razón de nuestra existencia,buenísimo
maria elena tolosa
Mirar cara acara a la muerte y embriagarse de ocaso. Ése es patrimonio exclusivo del poeta, Francisco.
¡Me encantó!
Felicitaciones y un beso grande
María Rosa León
Tu texto es muy conmovedor, refleja el íntimo desgarro por la pérdida de vidas humanas y animales, con la esperanza de que en algún lugar nuestras mascotas estén felices y recuerden con alegría el amor que recibieron. Un abrazo. Adriana Maggio
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