Darwin
II
Desde aquel fuego te
busqué
llegué a gestarte
vida como un dios de la luz
como dragón
apaciguado
a tus pies
acariciándote el vientre
tantos siglos y
tantas lunas llenas
renovando este amor
(que de cualquier
manera no declina)
y ovando en vos la
descendencia fértil
¡nadie se atreva con
el esplendor!
nadie rompa el
hechizo
que toda pasión es
sagrada
y nace y muere cada
vez
así:
perpetuamente.
© Emilce Strucchi
Maravilloso poema.
ResponderEliminarEmilce, gran razón tienes cuando dices que toda pasión es sagrada, que muere y nace cada vez. Muy bien dicho.
ResponderEliminarTe envio un calido abrazo desde México.
Carmen Amato
El amor otra vez, de esta forma, de tantas formas, en tantas aristas y por tantos siglos, gestando luz/luces...sí, Emilce, la pasión es sagrada y nace y muere... y muta...perpetua...! Exquisito poema de quien lo ha vivido (y que no es, precisamente, un dragón apaciguado nunca...)
ResponderEliminarBesos y admiración. Siempre. Isabel Krisch
Bello poema Emilce un placer leerte...Siempre Anamaría
ResponderEliminarMuy buen poema, Emilce. Excelente, estupendo, me encantó. Ún abrazo.
ResponderEliminarJorge Luis Estrella