21/10/12

Texto de Silvia Loustau


     
Duerme, duerme   

Duerme, duerme, canturrea, su voz  desafinada, bajísima.

C anta y lo acaricia. Bajo  su peso se ablandan los bultos de un delgado colchón.
Duerme, duerme.
Oye las cornejas, disparando, ya se ha  acostumbrado a esos ruidos, desde que se fueron a vivir allí, a esa quinta alejada., con su techo de tejas españolas y las  puertas pintadas de verde.
Duerme, duerme.
Esa mañana lo había puesto en su canasto de mimbre, en la galería, que jugara con los colores del sol. Sus piececitos se curvaban bajo la  liviana manta celeste. Ella lo miraba cada tanto, mientras  proseguía  su tarea   tecleando en la  Rémington.
Se inclinaba a besarlo. 
- Capullo nacido de nuestras sangres, pensaba, pasándole  el  índice por
las mejillas.
Capullo, pensaba, él la miraba, parecía  guardar el  mensaje en sus ojos traslucidos. 
Tenés los ojos   de tu papá –le  dijo.
Sentada en un sillón   bordó, gastado, lo acunó, le dio el pecho. Las manitos   acariciaban la teta y ella sentía  un río   de dolor y gozo.   Sentía en su interior el amor y la violencia más salvaje. Sería capaz de derribar de un golpe a cualquier intruso, cualquiera que osara entrar en  la casa, despertar   al durmiente.
Duerme, duerme.
Anda  de un lado para otro en  la casa. Pone flores silvestres  en un jarrón de bronce. Pela manzanas y las vuelve puré con miel para el niño.
A  veces, por la noche, escribe un nombre en el  vidrio de la cocina. O dibuja una estrella.
Cuando los mirlos lanzan alto los anillos de su voz se levanta, lo lleva  a la cama amplia y  lo alimenta. Sus pechos efusivos lo alegran. Saldremos a pasear por el bosquecito de pinos, observaremos como todo enrojece.
Caminando cantaban al hijo, los dos  cantaban. 
Vagábamos como el pastor y  la peregrina-imagina.
Duerme, duerme.
Duerme- dice- deseando que el sueño descienda como un plumón. Deseando que la vida retenga sus rayos, convirtiendo su cuerpo en un hueco tenue y allí  duerma  el niño.
Duerme- dice-  duerme, verás los ojos de tu padre, cuando los míos ya estén cerrados.
Duerme, él  retornará con trofeos, los pondrá a  tus  pies.
Son luciérnagas  rojas, le  susurra- Pero, duerme, duerme ¿sabés?afuera las agujas de los pinos ocultan las  estrellas y las estrellas se mueven y las hojas  están quietas. Asombradas
Piensa en  el día  siguiente. Como un   mantra  repite: iremos a la granja de don Luís, a comprar pan, huevos, leche y miel.Leche y miel. Leche y miel.
Acomoda la espalda. La cortina  enrojece. La cortina empalidece.
Duerme, duerme.
¿Vendrán más  niños, más cunas? Días de  ver crecer el vientre, latiendo.Días de perder la mirada en los castillos del fuego ardiendo, ese olor a  resina, ligándose  perfume del tabaco negro de él.
Duerme- susurra-es sólo el  rumor del viento, voces rotas  por el viento.
Shhh, silencio, escucha,  es  sólo el  suspiro de  los campos.
Duerme, duerme.

Aúlla la madera   de la puerta.
Los   taconeos.
Los gritos.
Duerme, duerme y lo acaricia, allí en el fondo de la bañera.
Duerme.
Se hace noche
Para siempre.

© Silvia Loustau

5 comentarios:

Anonymous MILAGROS RODRÍGUEZ ha dicho...

Un final inesperado Silvia con un itinerario magistral ¡Te felicito una joya!

21 de octubre de 2012, 22:39  
Blogger Lidia Blanca Castro Hernando ha dicho...

Me dejaste absolutamente conmovida, Sylvia. Tan tierno, tan dulce y el golpe final inesperado pero seguramente real. Te felicito, amiga! Hermoso...

24 de octubre de 2012, 13:44  
Blogger Lidia Blanca Castro Hernando ha dicho...

Tan conmovedero como fuerte, Sylvia. Me conmoviste profundamente. Tierno y dulce hasta el garrotazo final. Te felicito

24 de octubre de 2012, 13:45  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Un poema de gran dulzura con un final terrible: un poema narrativo desde una voz profundamente lírica, que capta las sensaciones de la maternidad, el calor del contacto entre el bebé y la madre.La naturaleza en su esplendor acompaña ese canto de luz que florece en amor. El "duerme, duerme", crea el ritmo de la respiración acompasada del sueño que permea todo el poema, hasta el sueño desgarrador final.
Logradísimo y muy doloroso Irene Marks

26 de octubre de 2012, 11:48  
Blogger Adriana ha dicho...

Es un texto espléndido, que me dejó sin aliento. Tiene de los tres géneros: es narrativa, profundamente lírico y lleno de un dramatismo que va dibujando imágenes en la mente y el alma del lector. Realmente conmovedor. Un abrazo. Adriana Maggio

9 de noviembre de 2012, 22:16  

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