31/8/12

Poema de Marta Lía Brossa



“No podemos perder la fe en la humanidad sabiendo que Mozart fue un hombre”
Albert Einstein


“El concierto”

Imágenes doradas de aldeas pastoriles,
arrullos de agua,
bebedero de los pájaros del alma,
en los recovecos nidos, puentes,
alas de seda paridas en la médula,
en cada pianísimo neuronas de pluma,
universo liviano con piel de espuma,
vaivén de las olas en cada nota,
en cada movimiento, en cada silencio,
con el allegro esqueletos de fiesta,
sentidos que estallan y encallan,
altibajos de emociones contenidas,
ondulante, la sinfonía penetra en espirales
en los ángulos transparentes de mis sueños,
me envuelve, me despide, me sacude,
me transporta a la paranoia celestial;
de repente se corta la luz,
qué bofetada al espíritu,
qué inconveniente grosero y cruel,
qué torpeza terrenal y vana,
qué impotencia la del alma,
esta realidad oscura de sonidos difusos,
y yo,
yo que estaba escuchando a Mozart,
transgredí el paso entre la vida y la muerte.


© Marta Lía Brossa

2 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Marta: tu poema nos lleva a la zona intangible donde la música se apodera de nosotros, nos invade, nos vuelve líquidos hasta que fluimos con ella. En este caso es Mozart el que vierte su sangre de eternidad en la nuestra: lo transmitís muy bien, también la decepción final, cuando se corta la luz. Un poema para releer y sentir Irene Marks

2 de septiembre de 2012, 10:52  
Blogger Rosa Lía Cuello ha dicho...

Bello poema Marta,música en palabras y el final inesperado. Me gustó!!
Rosa Lía

8 de septiembre de 2012, 22:30  

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