Poema de Miguel Oyarzábal
AMANECIDOS
Siempre aparecen a esta hora;
son los últimos vampiros,
bebedores de la savia nocturna de la vida.
Los veo;
con los párpados gastados y sin hablar
me cuentan de esta noche,
que no es distinta a las demás.
Ellos son los que pasaron el límite de las dos, o de las cuatro,
y que aún escarban en los huecos de las luces,
en el gusto somnoliento de café con cigarrillo.
Deambulan, casi en patota, casi solos;
hasta que el sol los atrapa en mitad de la vereda;
es la hora de partir
y parten
desperdigados,
buscando un lugar donde caer
para olvidarse hasta de sí mismos
y esperar que el día se olvide de ellos.
Se van solos, sin ruidos;
no hacen falta las cruces para ahuyentarlos,
cada cual lleva la suya.
© Miguel Oyarzábal
8 comentarios:
¿Y qué querés que te diga, Miguel?
Cada vez que leo un texto tuyo, me asombro... y te admiro.
Un abrazo,
Alicia Márquez
¡Qué bueno tu poema, Miguel!
Felicitaciones y un gran abrazo
María Rosa León
Lindo leerte Miguel! lindo.
Lily Chavez
Miguel, tu poema semeja una fotogrfìa en palabras de esccenas frecuentes que se dan en cualquier territorio de nuestra Amècica y en horas de la madrugada.
Y sì, semejan vampiros. Alimentados por la luz luna, con su propia sangre y su cruz a cuesta.
Gracias mil. Buen poema!!
Andrea Àlvarez
Miguel, esta postal hecha poesía describe con exactitud esa sensación de "fin de fiesta". No se porqué me hizo recordar un viejo filme italiano: "Los desconocidos de siempre", cuando una banda de perdedores camina por una calle de Milán mientras se van apagando las farolas y se levanta la bruma.
me parece excepcional este poema bohemio, nadie antes lo había hecho.
que bien
Walter Mondragón
un poema bohemio, bastante bien logrado, excepcional!
Walter Mondragón
Excelente poema, querido amigo, en el que reflejás una realidad ilumiando la noche y la triste vida de estos "vampiros" con tus maravillosas metáforas.
Jorge Luis Estrella
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