12/2/12

Poema de Darío Paiva


Consagración de la mañana.

Éste mundo es una escuela
que enseña dolor,
dolor de pies,
dolor de espíritu.
Debería ser menos humo,
consagrarme al fuego que me consume.
Tomemos las armas
que alivien el llanto./
Seamos audaces,
místicos,
hermosos,
debemos partir hacia
la mañana del alma.
© Darío Paiva

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11 comentarios:

Blogger Gustavo Tisocco ha dicho...

Bienvenido Darío a este sitio que pretende difundir a poetas contemporáneos, mes a mes serás publicado. Un abrazote Gus.

12 de febrero de 2012, 14:20  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Muy bueno tu poema, Darío.
Siempre habrá menos dolor en el mundo mientras haya poesía.
Felicitaciones y un gran abrazo de bienvenida
María Rosa León

12 de febrero de 2012, 20:31  
Anonymous milagros rodriguez ha dicho...

BIENVENIDO DARÍO Y GRACIAS POR EL APORTE

13 de febrero de 2012, 18:02  
Blogger Ricardo Juan Benítez ha dicho...

El alma y la poesía tienen las armas adecuadas para combatir el dolor, para realizar las quimeras... gracias por tu palabra.

14 de febrero de 2012, 13:13  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Bienvenido Darío a la Casa de Gus!!Me gustó tu poema, sobre todo los versos finales, señalan el camino hacia lo inefable, en este mundo-escuela profundizar el conocimiento del Sí Mismo, el anhelo del alma, un abrazo, María Chapp

16 de febrero de 2012, 21:02  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Y a pesar de todo, seguimos tratando de regalar algo de belleza que calme tanto dolor.

Un abrazo,

Alicia Márquez

17 de febrero de 2012, 11:42  
Anonymous Anónimo ha dicho...

¡Bienvenido poeta! Un lujo leerte. Aprovechemos y disfrutemos las cosas bellas. Mejoremos otras cosas en este mundo, cambiemos el mundo. Siempre podremos.
Excelente mirada y esperanzado cierre. Confío en un mañana.
saludo grande Darío

Cristian Gentile

17 de febrero de 2012, 13:50  
Blogger David ha dicho...

Y este mundo también es ese mañana a donde partiremos.
Abrazos
David Rosales

17 de febrero de 2012, 14:13  
Blogger Nerina Thomas ha dicho...

Lo importante es que todo cambia y la película no es siempre la misma.
Antes era en blanco y negro, ahora en colores.
Besos

18 de febrero de 2012, 23:24  
Blogger María Laó ha dicho...

Qué belleza, Darío!
Y qué dolor, siempre...

20 de febrero de 2012, 1:05  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Bienvenido, Darío!.
Hermosa poesía la que compartís con nosotros!.
Coincido con tu decir: deberíamos consagrarnos al fuego de la audacia, del misticismo, de la belleza, de la potencia transformadora que nos habita a partir del inevitable dolor de vivir, para cuidar profundamente el alma. Deberíamos ser así de ambiciosos!.
Un abrazo
Amalia Zacoutegui

24 de febrero de 2012, 12:22  

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