Poema consigna de Máximo Ballester

El llamado “del arte”

Un día de 1900, aparentemente,
Marcos Tiglio es inducido a disponer
algunos objetos sobre una mesa.
De manera automática, corta unas frutas,
agrega luego unas uvas verdes, que coloca
al pie de un potiche blanco, y finalmente
un botellón en el centro. A toda la escena
le da una atmósfera azul. Luego es llamado
a pintarla. Marcos Tiglio –según me cuentan–
recibe todo el tiempo órdenes que provienen
de una extraña entidad. Este es un cuadro
por encargo, dirá más tarde a sus amigos,
sin dar más detalles y abandonándose por
completo a otros pensamientos. Nunca se supo
quién le había encargado esta naturaleza muerta,
ni de quién o de qué Marcos Tiglio había sido
instrumento para llevar a cabo aquella misión.
Único testigo de toda la experiencia, es ese
pequeño ser que aparece dentro del botellón.
El de cuerpo azul, cuello rojo y mirada oscura,
que reposa expectante –satisfecho tal vez–
indudablemente siniestro.


© Máximo Ballester
Pintura: Marcos Tiglio