7/9/11

Prosa de Sonia Quevedo


EVANESCENCIA (Cuando el mañana no vuelve)

Un día de madrugada, tomó su poncho y se fue. Llevaba su pantalón blanco con camisa de lino, lo que más le gustaba; era pulcro en su vestir y elegante al caminar con su porte de gran señor.
Ese día al verle partir, pensaba en lo mucho que lo amaba, en sus palabras tiernas, en su risa abdominal, en el gusto por el saxo, la batería y tambor; en los cantos de los negros tan cargados de dolor o de alegría loca, cuando solo entre ellos estaban sin intrusos ni invasores que los dañaran.
Tantas cosas pensé y otras más añoré cuando las lagrimitas tímidamente asomaban sin atreverse a rodar; fue un doloroso momento y cruel, fue definitivo y único, fue el último de los intentos por tener un simple arrullo; y se fue como los marineros cuando tienen que zarpar; siempre con la mente puesta en el próximo muelle a tocar.
Que triste quedó la noche y el día que le seguía igual se puso a llorar; sabiendo como sabía que más nunca volvería. Me acurruqué cansada con pensamientos tristes, y la certeza absoluta de que nunca más le vería.
Perdidas las buenas noches se escaparon las mañanas y los arrullos con ellas.
Con su pantalón blanco y su camisa de lino lo que más le gustaba; un día de madrugada tomó su poncho, y se fue.

© Sonia Quevedo

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9 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

¡Hermosa tu historia de una partida y de una ausencia, Sonia!
Felicitaciones y un beso grande
María Rosa León

7 de septiembre de 2011, 20:35  
Blogger Ricardo Juan Benítez ha dicho...

Sonia, tu escritura es irremisiblemente (perdón por el galicismo/porteño)colombiana. En ella se intuyé la selva, el monte, el farallón... el rastro de Macondo y sus gentes. La realidad que se entremezcla con la magia sutilmente.
Me quedo con esta frase: "perdidas las buenas noches se escaparon las mañanas y los arrullos con ellas."

8 de septiembre de 2011, 9:37  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Gracias Sonia, por este homenaje al ausente y esa tierra lejana que se extraña.

Besos.

Andrea

11 de septiembre de 2011, 11:00  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Sonia:
Siempres es triste la partida y el dolor de la ausencia, con su poncho acuestas.
Es una bonita historia.
SAludos, Camilo

15 de septiembre de 2011, 7:21  
Blogger Elisabet Cincotta ha dicho...

Bella historia, nos remite a la añoranza.

abrazos
Elisabet

16 de septiembre de 2011, 19:46  
Blogger Nerina Thomas ha dicho...

Gran relato.
Destacable. Un cariño

16 de septiembre de 2011, 23:12  
Anonymous Anónimo ha dicho...

lo bueno de la añoranza del terruño y el amor ausente...
bien elaborado...
saludos
Anahí Duzevich Bezoz

19 de septiembre de 2011, 13:21  
Blogger galáctica ha dicho...

Sonia: el tema de quien deja su pueblo natal nos lleva también hacia el de la pérdida, la ausencia y un adiós inconcluso.Los versos finales, los de la ropa preferida, son , a mi entender, los más dolorosos, los que desgarran porque representan lo tangible de la partida. Saludos poéticos Irene Marks

23 de septiembre de 2011, 18:59  
Blogger Marina ha dicho...

el contraste entre lo tangible y lo intangible; el desgarro ante lo que se va y sabemos que es irrecuperable.
Gracias Sonia.

27 de septiembre de 2011, 14:29  

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