20/6/25

Carolina Zamudio comparte a Korondi/Ciancio/Oquendo Troncoso

 


Escribo porque el cuerpo urge

en la distancia sonora

Acerca su espíritu hacia esa cuna

y le enseña del viento su verde flama

la brisa más queda

el rolar más lento

Escribo porque el cuerpo dicta

con su voz de cuerda y atrapa

sin prisión lo que huele en la piel

Atrapa esta ilusión de aire y de colmena para hacer

el soplo y la abeja

Sale entonces lo dulce que se cuece en el tiempo

Y aún si la carne quiere padecer, padeciendo,

la miel es sabia en su cauce

Derrama suavemente

sobre la flor que se ofrenda

 

© Teresa Korondi


 

Francesca

 

“la bocca mi bacció tutto tremante”

 Divina Commedia: Inferno, V, 136

 

Cómo puede Francesca hablarle del amor

en medio de este pavor

de esta escena de vientos

almas arrastradas

dolor y llanto

entre estos lamentos punzantes

y el aire lacerado

ceñido y negro

carcomido de púrpura y llamas

entre esta tromba que arrastra todo a su paso

 

Cómo puede Francesca recrear la escena

de los amantes lectores en aquel

jardín de la Toscana

y conjurar el plañir de Paolo

su insoportable queja

sin lenguaje

y con pasión

en el oscuro castigo

al que fue lanzado

 

Cómo esa mujer / sombra

logra explicar con bella dicción

las formas más universales del amor

que al corazón gentil repara siempre

 

Cómo Francesca

puedes recordar un beso profundo y tembloroso

que guarda todos lo besos de la insomne humanidad

 

No te separes de él, Bella,

no abandones la fuente de tu placer

que ahora

tras bambalinas

llora

 

Hay

que

caer

pesadamente

como

un

cuerpo

muerto

cae

 

Tras la pesadilla

hay que abrir bien los ojos

 

y mirar la Luz

y agradecerla

 

© Gerardo Ciancio



LIMOSNA Y POESÍA 

 

Cómo lo hicieron, porque yo no he podido cruzar los campos de caña y sacarles el azúcar. Cómo pueden ocultar los colores lívidos, las montañas con alma, los silbidos del bosque, los oscuros meandros que la luna mantiene. Cómo pueden conseguir que se vayan los cantos de lo dulce del río, que se mantenga organizado el caos de la paz, del dinero, del tiempo, de la música, de la comida. Cómo lo hacen para que nada llegue al final sin contratiempos, para que no pueda alcanzar trozos de pan a todo comensal documentado. Cómo convierten los peces en meses, las mesas en rocas, los vientos en nada, los nidos en vacío y los pollos en huesos disecados. Dónde guardan su magia, dónde han puesto los colores a su cruel surrealismo, por dónde se baja para ver sus prehistóricas vanguardistas. Dónde me escondo de los trapecistas de los circos fatuos, en qué sitio vive Alicia olvidada entre sus mitos, por dónde baja a nadar algún perdido incauto, qué va a nacer cuando hagan el holocausto. Por qué saben de todo y nacieron para sus profecías, por qué compran el agua en el mercado de la escasez e invierten en la bolsa con agujeros, por qué atrapan conejos para fundar una escuela de magos impostores, a quién aprendieron a ver desde los anteojos ciegos de Parménides, por dónde se van al átomo sin la materia completa, en dónde hicieron nacer al color amarillo, por dónde se hicieron sus gritos con risa, en qué eco surgió el sonido de la atmósfera falsa. Por qué ustedes, los sabios con papeles, escriben sus mensajes de autoayuda adolorida, por qué se van, no más, dejando hecha la masa sin que leude, colocando los cubiertos y las servilletas para servir lo imposible, acercando al mundo su plato hervido de impostoras proteínas, hurgando el corazón del hambriento y triste y jugando a ser dichosos con los conceptos oscuros de libertad. Por qué nos dejaron la parte más húmeda.

Por qué son tan felices sin poesía. A qué se debe la risa, por qué mejor no se mueren de perfectos. Por qué se comieron todo el pavo. Al menos los huesos pedimos, la médula de alguna pata, el gesto, el sonido, el cogote. Un abrazo, al menos. Somos algunos .

 

© Xavier Oquendo Troncoso

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