20/6/25

Alicia Albanesi comparte a López/Jara

 


Desayunar coca cola

 

A los 8 años me parecía espectacular

cuando un chico en brasil lo estaba haciendo

en el buffet del Hotel Playa Itapema

si, una vez fui a un hotel cinco estrellas

casi como si hubiera vivido otra vida

ahí había un chico desayunando coca cola

y no lo pude creer

 

en ese momento fui consciente de que no podía ser tan fácil

y no por algo de Dios, no por una cuestión de culpa

porque ya me había dado cuenta que no podía ser tan fácil

como querer tomar coca cola en el desayuno

y que tus padres te digan que sí

que no te recomienden que no.

 

ya me daba cuenta de que ese chico iba a sufrir de más grande

y que yo también

pero estaba tomando cartas en el asunto

prohibiéndome tomar coca cola en el desayuno

desde ese momento y para siempre.

 

© Ana López


 

La mujer del balcón

(Fragmento de un evangelio apócrifo de la intemperie)

 

Era el momento del día en que las ventanas encienden su propio sol.

Y ella salió. Como se sale de una caverna, o de una duda.

Se apoyó en la baranda como quien acaricia el filo de una frontera.

 

La había llamado.

O quizá no:

la habían llamado los días, las derrotas,

el murmullo del pueblo,

o esa hora exacta en que todo espera que alguien aparezca.

Ahí estaba ella,

no como heroína, no como mártir,

sino como las mujeres que sostienen la historia

mientras los otros escriben el manual.

 

El balcón no era un decorado.

Era un altar precario.

Una trinchera sin paredes.

Un poema vertical.

 

Abajo, el mundo seguía su curso de cables y árboles secos.

Arriba, la noche aún no decidía si nacer o esperar.

 

Ella alzó el brazo.

No fue un saludo.

Fue una señal.

Una invocación.

Una forma de decir: “Estoy. A pesar de todo. Todavía.”

 

Y durante unos segundos,

una quietud religiosa cayó sobre la ciudad.

Como si alguien hubiera soplado la vela del tiempo.

 

Hay gestos que no se repiten.

Hay balcones que no son parte de un edificio.

Hay personas que no bajan: se elevan.

 

Y en su condición arquetípica de mater, en su inoculación de amor, en su estoicismo, altruismo, coraje, entereza, fortaleza, en su radicalización memoriosa, está lo que pone por delante, a nosotros el sujeto.

 

© Mirta Noemí Jara

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