Poema de Antonio Tello
Detrás de las olas se alzan las ciudades. Torres de
tiempo y cristal. Sus
habitantes reclaman favores.
Cobran vidas. Calculan el grito. Cotizan el dolor.
Los patricios de la lonja pujan en la subasta de frutos
sin hueso y en los restaurantes comen brazos de nadador
al vino. En la playa, lecturas sin valor alzan el vuelo.
Ése que miro desde el espejo me mira.
Lo reconozco. Cree reconocerme. Dudo.
Duda de que su nombre sea el mío;
de que mi oscuridad sea su noche.
Lo miro. Bracea hacia mí. Sigue mirándome.
Teme desaparecer si deja de mirar.
Nada. Aire. Ya no importa. Nada.
© Antonio Tello
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