El río
A Horacio Castillo (h)
Entre todos
rodeábamos la cámara
y nos
manteníamos a flote.
El agua que
corría por entonces,
limpia y
clara,
nos recibía
como un oasis.
Tocábamos
un fondo de barro y piedras
con las
alpargatas, y buceábamos oscuro.
Espiábamos
el límite propio y ajeno,
para arriba
y para abajo,
figuras a
la sombra de los escasos clubes
de la
ribera, con sus techos de paja.
Una puntada
de luz nos revelaba el paisaje
del camping
con sus carpas,
los
turistas y sus radios con parlantes,
los
asadores y el humo que subía,
feliz.
Los
pescadores, en cambio, preferían la otra orilla
donde el
bullicio no llegaba,
y por las
noches, bajo el puente,
brillaban los faroles encendidos
como
bichitos de luz en el medio de nada.
© Norma Etcheverry
Un recorrido, miradas, observación de cada cosa -
ResponderEliminarPrecioso poema.ABrazo grande!!
ResponderEliminarAltri tempi...una sentida evocación.
ResponderEliminarHermoso. Cinematográfico.
ResponderEliminarVerónica M. Capellino Rando
Qué hermosura Norma. Tan fresco registro. Un abrazo.
ResponderEliminarClaudia Tejeda
Gracias Gus, gracias a todos por su lectura, muchos cariños!
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