8/11/25

Poema de Javier Saleh

 

 

(y todavía se puede hilar más fino

el fuego no entiende su propia ceniza

(de que la música nunca en el instrumento)

por eso se habla tanto del paréntesis

y tan poco de lo tachado)

 

¡oh, perros detectores de explosivos

rodeando a un ladrillo hueco!

el helicóptero pasa tres veces

por la misma frase

sus cuatro quintos de lo mismo

difaman nuestro patito feo

invertebrado de estilo

y el reseñista lo presenta

como si fuera un método

o un pez de color

como si su marmita personal

pesase lo que es debido

 

y como si fuera a encajar

su sombrero

sobre una cierta cabeza

que se deja observar

(la espada suspendida

sobre la mano que escribe)

y un silencio para nada embarazoso

del alambre torcido

que ya no vuelve

a su primera posición

igual quien moja los labios

por cortesía

en los bordes del whisky

pero lo suyo es el agua

así la vivisección de los pájaros

que cantan en más

de una frecuencia

hasta pulir la canción

 

el rifle detrás de una pared

para que no se estipule

de dónde el disparo

 

la pared no está quieta

simplemente se anticipa

a nuestro movimiento

 

(todos los aplausos

se parecen

y solas se activan

las regaderas de césped)

 

lo simbólico nunca pasa

por el lugar de los hechos

 

por ejemplo

morder la punta de los guantes

para retirarlos de cada dedo

 

esta metáfora

tiene mucha nieve encima

pero no por eso después

de tanto cavar

hallarán una pala

 

hecha la salvedad:

 

a la última calle de tierra

cuesta verterle

la primera cal.

 

© Javier Saleh

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