Poema de Griselda Rulfo
No es aprendizaje de aula
ni de enciclopedia.
No fue un maestro que dictó una consigna.
Fue uno de esos que se gestó sin que atendiera.
Tal vez hasta mirando para otro lado.
Es la vida, maestra de lo esencial
quien enseña aunque uno esté en las nubes.
Aprendí a perdonar cuando mi alma entendió
que un error se salva con una sonrisa.
Cuando creí que hay más potencia
en el esfuerzo por abrir una pesada puerta
ahora que tengo 90 años
que en mis sesiones en el gimnasio a los 20.
Aprendí que la soledad
no se cura con textos de autoayuda
que no es un vacío sino un dibujo a bosquejar.
Me lo enseñó la vida
esa maestra distraída.
© Griselda Rulfo
Etiquetas: Griselda Rulfo
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