Teseo (II)
La lucha ha concluido en el laberinto.
La bestia agoniza en alguna esquina y
el hombre que le ha dado muerte se hace a la mar.
Ignora que ella lo encarnaba al mundo.
Ahora el amor y la sangre le son indiferentes.
Él, que ha conocido la trama de las horas,
empieza a olvidar. Pronto,
ni la memoria ni la conciencia tendrán sentido.
El hilo de nostalgia que lo unía al instinto
se extingue y, tras de sí,
el viento sopla el desierto hacia la ciudad;
el polvo borra las huellas.
Las osamentas naufragan en la arena.
© Antonio Tello

Hola Excelente poeta Antonio Tello, me encanta la manera como toma el mito de Teseo
ResponderEliminarSoy Gladys Cepeda
Te apropiaste del mito y lo envolviste bellamente en el poema Antonio
ResponderEliminarSonia Rabinovich
Que buen poema Antonio.
ResponderEliminarGracias.
Ana Romano.