11/8/25

Poema de Samuel Amaya

 


Cuando nos tocaba jugar a la escondida

y cada quien debía encontrar su lugar oculto,

Ramirito me invitaba al suyo

para que nadie pudiera encontrarnos

para que las sombras nos abrazaran

eran segundos donde me hablaba sin miedo;

yo era una especie de dios

a quien le rezaba un rosario completo

y amén no era el final.

Su boca dibujaba un barco de papel

que navegaba por mis oídos buscando puerto.

 

Una vez, con esa misma boca,

trajo a su vieja a nuestra oscuridad,

con final y silencios, me dijo

mami dice que a los putitos como vos

se los llevará el cuco y hombrecitos como yo,

bien machos, jugaremos con el ángel de la guarda

así me decía ese amigo de la infancia

que era más tierra en la boca que leche

y sus manos un hormiguero de bolunchos.

Siempre me quedé con la intriga de saber

qué habrá pasado con Ramirito

si aún recuerda ese momento

de contarnos cosas en la oscuridad

si habrá tenido familia,

si sigue siendo un hombrecito,

bien macho y con ángeles

que lo guarden…

 

Tengo unas ganas de llegar a ese cielo,

de enredarme en los brazos de tata Dios

y cuando me toque verle la cara a Ramirito,

salir de mi escondite y decirle:

piedra por mí y por todos los putitos.

 

© Samuel Amaya

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2 comentarios:

Blogger Alfredo Lemon ha dicho...

Muy bien dicho Samuel. Todos jugamos a escondernos y descubrirnos...en actos y en palabras...
Saludo desde Córdoba

11 de agosto de 2025, 17:50  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Justo,justa estocada,placer

11 de agosto de 2025, 18:02  

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