Poema de Eugenia Cabral
Reitero (sin ánimo de escandalizar):
yo me habría acostado con Tiresias,
aquel adivino ciego con pechos de mujer,
con tal de ser la esposa de un sabio;
mas tropecé en los pectorales y bíceps
de varones que acolchonaban
con músculos sus torsos,
cual mujeres deportistas...
La contemplación de sus miembros
agresivos, obtusos,
estuvo a punto de coartarme el deseo.
Pero he amado
otras de sus virtudes: la risa,
la voz congruente,
la combinación de seriedad y desparpajo,
y esa como brava humildad
para abrazarla a una cuando la aman
y casi la comprenden.
© Eugenia Cabral
Etiquetas: Eugenia Cabral
1 comentarios:
Muy bueno
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