14/8/25

Poema de Eugenia Cabral

 


Reitero (sin ánimo de escandalizar):

yo me habría acostado con Tiresias,

aquel adivino ciego con pechos de mujer,

con tal de ser la esposa de un sabio;

mas tropecé en los pectorales y bíceps

de varones que acolchonaban

con músculos sus torsos,

cual mujeres deportistas...                                                              

La contemplación de sus miembros

agresivos, obtusos,         

estuvo a punto de coartarme el deseo.  

Pero he amado

otras de sus virtudes: la risa,

la voz congruente,

la combinación de seriedad y desparpajo,

y esa como brava humildad

para abrazarla a una cuando la aman

y casi la comprenden.

 

© Eugenia Cabral

Etiquetas:

1 comentarios:

Anonymous G. Peirano ha dicho...

Muy bueno

14 de agosto de 2025, 20:16  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio