Alicia Albanesi comparte a López/Jara

 

Desayunar coca cola

 

A los 8 años me parecía espectacular

cuando un chico en brasil lo estaba haciendo

en el buffet del Hotel Playa Itapema

si, una vez fui a un hotel cinco estrellas

casi como si hubiera vivido otra vida

ahí había un chico desayunando coca cola

y no lo pude creer

 

en ese momento fui consciente de que no podía ser tan fácil

y no por algo de Dios, no por una cuestión de culpa

porque ya me había dado cuenta que no podía ser tan fácil

como querer tomar coca cola en el desayuno

y que tus padres te digan que sí

que no te recomienden que no.

 

ya me daba cuenta de que ese chico iba a sufrir de más grande

y que yo también

pero estaba tomando cartas en el asunto

prohibiéndome tomar coca cola en el desayuno

desde ese momento y para siempre.

 

© Ana López

 

En el mundo de los poetas, donde las palabras son llaves,

no habitamos otro mundo, sino este que late.

La realidad es cruda, con sus dolores y sus gozos,

y nosotros, los poetas, la reflejamos en nuestros versos.

No buscamos escapismo, en mundos de fantasía,

sino que nos sumergimos, en la vida diaria.

La calle, el parque, el café, son nuestros escenarios,

donde la poesía brota, como un río sin fronteras.

Los poetas somos testigos, de la condición humana,

con sus miserias y sus grandezas, sus triunfos y sus caídas.

No habitamos otro mundo, sino este que compartimos,

con sus injusticias y sus bellezas, sus luces y sus sombras.

Nuestras palabras son puentes, que conectan y unen,

entre la realidad y el sueño, entre la vida y la muerte.

No buscamos huir, sino que nos enfrentamos,

a la verdad desnuda, con sus dolores y sus verdades.

En este mundo de aquí, donde la poesía late,

nosotros, los poetas, somos los cronistas del alma.

No habitamos otro mundo, sino este que vivimos,

y en él, encontramos la inspiración, para nuestros versos y nuestros sueños.

© Mirta Noemi Jara