Poema de Blanca Lema
Me llamó y volví a verlo.
Habían pasado demasiados años.
Vejez
Escucho a ese que está detrás
del vidrio esmerilado.
Es una adicción a él debida.
Recorro mi cuerpo con sus nuevas palabras
y me siento linda.
Es el milagro de una escucha
todavía ingenua.
Con ella me sujeto y con ella me derrumbo.
Me dejo caer de sus besos
y de su cerebro lleno de sal.
Resbalo de su vejez
que pronto será también mía.
Le diré que es un gran amante
y un mal prófugo del tiempo.
Lo lastimaré con la dinamita impura
de mi conciencia.
Y escucharé, escucharé, escucharé…
a una miríada de dromedarios atribulados *
gritar bajo su ventana.
* Augusto Escribens
© Blanca Lema
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