Poema de Dardo Passadore
Gregoriano
Comenzó como un calambre.
Después todo los huesos
se torcieron hacia el centro.
Cual pelota.
La cabeza quedó al medio.
Invisible.
Hasta que la circunferencia
fue perfecta.
Una sola piel.
Ocultando
huesos, carne y sueños.
Finalmente,
como se esperaba
ella llegó.
Y no.
No lo reconoció.
© Dardo Passadore
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