Poema de Marta Díaz
A veces me inunda
ésta orfandad de pájaros
y me descuelgo de la realidad de las mariposas
y su levedad.
Es mi interior
una casa deshabitada
una cacería de brujas
de espaldas a la hoguera.
Ha de callar la piel
su grito errante
el desafío
de sabernos nuestros.
¡Nos salvó un descuido
corazón!
Te miro
desde el rescoldo de la vida y hasta el azar
perdió
su apuesta.
"El pez muere por la boca"
Si mañana
llega el indicado le diré
que a mis días
le han costado una pena
un ligero temblor
de
madreselva
un espacio vacío
en la
vidriera
al fin y al cabo
ésta golondrina
sólo busca un lugar
donde volver a
nacer.
© Marta Díaz
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