Poema de Daniel Arias
Echo a la tristeza por sus máscaras
y su sorda ansiedad de poder, aquí la vida
gira en la cadencia de un nuevo mandamiento
el tiempo sube como un vaho de todos los mundos
y en los interiores la tristeza ocupa los cuerpos,
la música del amor, el color de los ojos
y la libertad de nuestras manos.
La tristeza va delante y enseña un camino,
toca parpados, músculos y tendones,
a desesperados hombres y mujeres solos,
al silencio en los escombros del día.
La tristeza sube a las oraciones
a los niños apagados, a los patios vacíos,
al abrazo y a las despedidas,
a la juventud que brilla y alumbra todavía.
Todo se lleva, menos la memoria y el amor.
© Daniel Arias
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