11/11/24

Poema de Cintia Eleonora Ceballos

 


Una vez pasé unos días

en una casa en medio de un bosque

de noche hacía frío, siempre,

aunque fuera verano.

 

Me aferré al disfrute

de mirar el cielo estrellado

respirar el aire fresco,

temblar,

desear el calor de la casa

y aun así quedarme afuera.

 

Observaba los árboles apretados

moverse sin descanso

del otro lado del arroyo.

 

Cada noche sentí

que algo bajaría con brusca imprudencia

desde lo alto de la pendiente.

 

Esperé que sucediera

pero no,

las noches transcurrían seguras,

el aire entraba y salía de mí

y aunque yo no era un cuerpo vacío

así parecía al viento.

Una noche, una de las últimas,

confiada ya del bosque,

fundiéndome con un árbol y una piedra,

perdí la conciencia

y quedé suspendida al borde de la silla

entregada a la calma verdadera.

 

Un decenar de alas negras

emergió debajo de mí,

de la silla

y del piso de madera

elevado a un metro de la tierra.

 

Deseé esas alas negras para mí

y en la oscuridad

volé

junto a una colonia de murciélagos.

 

© Cintia Eleonora Ceballos

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1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Sentido y armonioso, tu poema trasmite muy bien aquél recuerdo, esa vivencia...
Alfredo Lemon

12 de noviembre de 2024, 7:42  

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